1/52 . Escribir como nadar
Cuando empiezo a escribir siento que mi cabeza se convierte en esa ola de mar que te revuelca, el cuerpo busca como aferrarse a la arena, el agua se mete por todos los orificios de la cabeza, y de pronto estás lejos de donde creías estar, desorientada, quizás raspada, con los ojos llorosos y un poco de vergüenza.
Tampoco sé nadar.
Dicen que todos sabemos nadar al nacer, dicen muchas cosas sobre cosas que sabemos hacer y luego se nos olvidan, como nadar, como dibujar, como fluir…Creo que escribo para recordar como fluir, para permitir que la ola me revuelque hasta donde sea posible. Aunque duela.
No saber hacer algo te permite explorarlo generalmente sin esas expectativas ridículas que una se va haciendo. Como una niña que se lanza a la alberca sin importar la cantidad de agua que termine fuera.
No quiero Aprender a Escribir, no quiero saber qué es escribir bien, no quiero escribir preocupándome por cuestiones gramaticales o corrección de estilo (no niego su importancia).
Solo quiero escribir, escribir como flotar en el mar.
Como cuando pintaba en las paredes, cuando encontraba palabras en las placas de los coches, como encontrar figuras en las texturas, como ver una mala película, como cantar en la regadera, como jugar con Lea. Como jugar, con todo lo que el juego implica, que es un gran compromiso.
Siempre existen personas que motivan a nadar solo de verlas dentro del agua. De Abril aprendí a entrar al agua, así, sin llorar, de Laura, a permitir ser mecida por el mar.
Y ni Xan y yo sabemos a donde vamos a llegar, pero hemos decidido entrar al mar, tomadas de la mano.
“La niña corre sobre las grandes olas, nadie la va atrapar, nadie la va a alcanzar, solo quiere llegar al cielo para poder volar”*
*De algún texto encontrado en internet.