Epílogo
Hay historias que no se deben de contar
ni escribir
ni pensar
ni sentir
ni provocar.
Hay historias que pueden tener otros finales
hay historias que no terminan, se transforman o deforman.
Y dicen que no hay historia sin conflicto
pero hay monstruos que no deberían de aparecer porque acaban con toda posibilidad
con la posibilidad de las otras historias que pudieron haberse escrito.
Hay historias de las que nos tenemos que hacer cargo
y también hay historias invadidas por monstruos de otros cuentos
de otros tiempos
Y toca hacerse cargo de ellos, de los propios
Expulsarlos
pero a veces ganan la batalla
y nos expulsan de nuestro propio cuento
se apropian de la historia, expulsan a los personajes y dejan un terreno desértico.
Hoy contemplo esa historia que comencé a escribir
de la que ahora siento que no soy protagonista.
¿Cómo entender esta lucha entre cuidar la luz y la necedad/necesidad de invadirla, ahogarla, asfixiarla, apagarla?
Y de lo que hablo
de lo que hablo realmente es de la destrucción.
de una absurda(?) necesidad/necedad por acabar con todo
CON TODO
de un momento a otro.
De la expulsión-destrucción.
Dijo una amada amiga que dice Lacan y que ahora parafraseo
NO HAY ACTO FALLIDO QUE NO SEA ACTO LOGRADO
¿Cómo hacerse cargo de esos actos fallidos-logrados?
¿Es suficiente llevarlos al diván?
Hoy no me lo parece.
Hoy me parece que lo importante es abrazar las historias que continúan
abrazar a los ogros que aprenden cuidar las flores
a aquellos que habitan en la torre más alta
a los duendes que regalan magia
a los capitanes que acompañan en la travesía
a las amigas que comparten el sol
a las amigas que guardan secretos y desprenden preguntas
y siempre, a mi marea infinita que abraza constante.
Aunque los druidas del bosque se transformen en sapos
aunque los caballeros cansados de la batalla, se despidan
y los faros pierdan su luz
queda lidiar con los monstruos…
queda lidiar con este monstruo que habita dentro y esperar que un día
por fin
permita que la luz ilumine.
Queda Lidia r
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