G.G.
Me encontré con el gigante gentil, ya lo había visto, pero no sabía su nombre
no lo sabía hasta que el duende hizo su magia
tomó las palabras adecuadas y dijo “es el gigante gentil”
y entonces
lo reconocí.
En un puente caótico y desordenado.
Él es muy grande
y dulce.
Es el gigante que se aparece en las historias, en mis historias.
Y lo encontré.
Es quien sopla y convierte el polvo en aves.
Es quien con su torpeza demuestra amor infinito.
Es más joven que yo, le gusta escuchar música, cocinar, abrazar. Piensa que aplaudo en algunas canciones…tiene razón.
Cuando lo encuentro su altura me sorprende, su dulzura también. Es un hermoso ser, mezcla el caos y la tranquilidad. Es quien contiene partes de mi memoria y me conoce bien.
Lo vi hace unos días, me ha recordado quien soy. Le dije que escribiría un cuento acerca de su casa, pero hoy prefiero escribirle a él.
Su ingenuidad no carece de inocencia, es más inteligente de lo que piensa o demuestra. Creo que a veces teme de su grandeza y por eso se quiere deshacer de ella.
Me reecontré con el gigante que compensa su ternura con tatuajes y perforaciones. Que se piensa torpe, pero abraza de forma precisa.
Dedica tiempo para jugar con sus gatos.
Decidimos cuidarnos. A nuestra forma, que quizás es la distancia.
Decidimos hablar de la historia que construimos. Hablamos sobre el final de nuestro cuento…de ese cuento. De pronto descubrí que su final fue distinto al mío, descrubrí que hay historias que me conté que eran de otros cuentos.
Es el gigante que con mucho amor se despidió de mí para no arrancar de forma violenta la hoja de este cuento, es el gigante que le enseñó al ogro a no arrancar las flores de su jardín.
Hoy, querido gigante, te agradezco existir en mi vida.
Agradezco tu enseñanza sobre la ternura, recordarme que también hago regalos. Agradezco tu enseñanza acerca de contener multiples posibilidades. Agradezco tu cuidado, tu paciencia, tu calma y respeto.
Hoy no sé como llamarte, no sé si es tu nombre, o si eres una ranita, o eres albino o algún personaje de alguna historia desconocida para mí.
Pero ha sido un día muy importante para mí.
Hoy reconozco que me conoces y eso ha sido el mejor regalo. Mostrarme vulnerable.
Hoy entiendo porque no te gusta como te nombro a veces.
Hoy entiendo tu distancia. Te veo alejarte paso a paso, cuidando una plantita, acariciando a un gato y diciendo “quizá no nos volamos a ver”
Pero has sido quien me enseñó acerca de la ternura.
Del cuidado de las plantas. De sorprenderse. De reír. De cuidarse.
Gracias, hermoso gigante.
Has sido quien me albergó en la oscuridad. En la más grande.
Siempre, con cariño infinito, estarás en mis historias.